jueves, 22 de abril de 2021

Novenario Dr. José Gregorio Hernández por su beatificación 30/04/2021

 


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Para obtener favores del Siervo de Dios José Gregorio Hernández.

¡OH Trinidad amabilísima!: En Ti creo, en Ti espero y te amo con todo mi corazón.

Te pido que llenes mi alma de tu gracia y me conserves siempre en tu amistad.

¡Señor Dios Rey Todopoderoso!: En Tus manos están puestas todas las cosas.

Si Tú quieres salvar a tu pueblo no hay quien pueda resistir a tu voluntad.

Tú has hecho el Cielo y la Tierra y todo cuanto en ellos se contiene.

Tú eres el dueño del universo y nada puede oponerse a tu querer.

Por tanto ahora, Señor Dios de nuestros Padres, ten piedad de nosotros porque

las adversidades tratan de perdernos y de acabar con nuestra paz.

No dejes de escuchar a estos tus siervos que rescataste con la Preciosa Sangre de

Tu Único Hijo.

Muéstrate compasivo con nosotros. Cambia nuestro llanto en gozo,

para que consiguiendo las gracias que te imploramos, alabemos Señor tu nombre

y no dejen nuestros labios de proclamar tus alabanzas.

Te adoramos y bendecimos por las extraordinarias gracias que concediste

a tu Siervo José Gregorio, especialmente por aquella de amarte a Ti sobre

todas las cosas y amar al prójimo como a sí mismo, en lo cual está resumido

todo lo que tu Ley y tus profetas nos han recomendado.

Por esa especial caridad de tu amado siervo, te pedimos nos asistas en todas nuestras

necesidades, especialmente en ésta que te recomendamos hoy.

Dígnate Trinidad misericordiosísima oír a tu Siervo, concediéndonos el favor que te

pedimos si es para mayor gloria tuya y bien de nuestra alma.

Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.


DÍA PRIMERO

¡OH Padre Eterno, Dios Todopoderoso! Te alabamos, te bendecimos y te damos

gracias por todas las cualidades y virtudes que regalaste a tu Siervo José Gregorio,

especialmente por su inmenso amor hacia los débiles, pobres y enfermos.

Tú nos has dicho: “Quien ayuda al pobre, ayuda Dios, y Dios le recompensará”.

Por eso nos atrevemos a pedir por medio de tu amado Siervo el favor que

humildemente estamos recordándote en esta novena.

Te lo pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Aquí se pide la gracia que se desea. (Padre Nuestro y Ave María)


DÍA SEGUNDO

¡OH Hijo Amadísimo de Dios! Que te has hecho hombre por amor nuestro y te has

quedado en la Santa Hostia en los altares para ser nuestro alimento. Gracias te damos

por el inmenso amor que concediste a tu Siervo José Gregorio hacia la Eucaristía,

la Comunión y la Santa Misa. Haz que como él, también nosotros recordemos

siempre con gran fe tus promesas:

“YO SOY el Pan de Vida bajado del Cielo. Quien coma de este Pan vivirá eternamente,

no tendrá la muerte eterna y Yo lo resucitaré en el último día”.

Por intercesión de tu Siervo te pedimos confiadamente la gracia que tanto estamos

necesitando.

Aquí se pide la gracia que se desea. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria)


DÍA TERCERO

¡OH Espíritu Santo!, Guía de las almas hacia la virtud y la santidad. Nuestro Redentor

nos dejó dicho: “Cuando venga el Espíritu Santo, Él os lo enseñará todo y os guiará hacia

verdad”.

Te pedimos con toda fe que seas cada día quien ilumine nuestros pasos por el camino de la virtud,

alejándonos siempre del pecado y del vicio. Y por intercesión de tu Siervo José Gregorio

te imploramos el favor que tanto estamos necesitando.

Aquí se pide la gracia que se desea. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria)


DÍA CUARTO

¡OH Padre Celestial! Que has visitado y redimido a tu pueblo suscitándonos un Salvador

en la persona de tu propio Hijo, según lo habías anunciado por los profetas, y por medio

de Él nos libras de los enemigos de nuestra alma y realizas con nosotros la misericordia

que tuviste con nuestros antepasados, recordando tu Santa Alianza y el juramento de ayuda

que hiciste a nuestro Padre Abraham.

Gracias te damos por el gran amor que tu Siervo José Gregorio tuvo hacia nuestro

amado Redentor, recordando frecuentemente los dolores de su Pasión y las

enseñanzas de tu amado Siervo, te pedimos con gran esperanza de ser escuchados,

la gracia que en esta novena te estamos implorando.

Te la pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Aquí se pide la gracia que se desea. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria)


DÍA QUINTO

¡OH Amadísimo Redentor Nuestro!: Hoy queremos recordar tu santísima pasión

meditando las palabras que el Profeta dijo acerca de Ti: “Miradlo cómo lo han

dejado nuestros pecados, despreciado. Varón de dolores. Humillado, herido,

traspasado, triturado por nuestros pecados. Su castigo nos salvó a nosotros.

Por sus llagas, fuimos curados. El ha cargado con todos nuestros pecados.

Fue llevado al matadero como un manso cordero, sin protestar, sin abrir su boca.

Le dieron a beber hiel y vinagre.

Se repartieron sus vestidos. Traspasaron sus manos y sus pies y se pueden contar

todos sus huesos”.

Gracias te damos por el amor que inspiraste a tu Siervo José Gregorio hacia Ti y

hacia todos los que sufren. Por tu intercesión te pedimos humildemente la gracia

que estamos necesitando. Amén.

Aquí se pide la gracia que se desea. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria)


DÍA SEXTO

¡OH Espíritu Santo! Enviado por nuestro amable Redentor para librarnos del error y

darnos un especial gusto por la virtud y las obras buenas: hoy te pedimos con toda fe

nos concedas el mismo espíritu de resignación y paz que tuvo Jesucristo Nuestro Señor,

cuando en el Huerto de los Olivos oraba diciendo: “Padre, si es posible aleja de mí estos

sufrimientos. Pero que no se haga lo que Yo quiero sino lo que quieras Tú.

Si no es posible que se alejen demí estos sufrimientos, hágase tu Voluntad”.

Por medio de tu fiel Siervo José Gregorio a quien le concediste no sólo la gracia de

curar los males, sino de hacer soportar con gran paciencia las penas que la Providencia

quiere que suframos, haz, te lo suplicamos, que si conviene para bien de nuestras almas

obtengamos el favor especial que con nuestra oración estamos implorando en esta novena.

Amén.

Aquí se pide la gracia que se desea. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria)


DÍA SÉPTIMO

¡Padre Misericordioso siempre dispuesto al perdón! Agobiados por el recuerdo

de nuestros muchos pecados queremos rezarte hoy arrepentidos la preciosa oración

que te compuso tu Siervo el profeta David: “Misericordia Dios mío por tu bondad.

Por tu inmensa compasión borra mi culpa. Borra del todo mi pecado. Purifícame

de mis culpas, pues yo reconozco mis faltas. Tengo siempre presente mis pecados.

Contra ti, contra ti, sólo pequé: Cometí la maldad que aborreces.

Te gusta un corazón sincero y en mi interior me recomiendas sabiduría. Purifícame y

quedaré más blanco que la nieve. Aparta de mi pecado tu vista. Borra en mí toda culpa.

¡OH Dios, crea en mí un corazón puro! No me arrojes lejos de tu presencia. No alejes

de mí tu Santo Espíritu. Líbrame del castigo que merezco. Otros sacrificios quizás no

quieres hoy. Mi sacrificio es un espíritu arrepentido. Un espíritu arrepentido humillado,

Tú no lo desprecias. En cambio enseñaré a otros tus doctrinas. Haré que pecadores se

vuelvan tuyos y proclamaré tus alabanzas siempre, siempre”. Amén, Aleluya.

Por la intercesión de tu siervo José Gregorio te pedimos con toda fe la gracia que te

estamos suplicando en esta novena. Amén.

Aquí se pide la gracia que se desea. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria)


DÍA OCTAVO

¡Señor Nuestro Jesucristo, Salvador de todos los que creen en Ti! Postrados ante tu Santísima

Presencia te rogamos con el mayor fervor, que imprimas en nuestro corazón, los más vivos

sentimientos de fe, esperanza, caridad, dolor de nuestros pecados y propósitos de jamás ofenderte,

mientras que nosotros llenos de amor y compasión vamos considerando tus cinco llagas,

comenzando por aquellas palabras del Profeta: "Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden

contar todos mis huesos”.

Alma de Cristo, santifícanos. Cuerpo de Cristo, sálvanos. Sangre de Cristo, embriáganos.

Agua del Costado de Cristo, lávanos. Pasión de Cristo, confórtanos.

¡OH buen Jesús, óyenos! Dentro de tus llagas, escóndenos. No permitas que nos apartemos

de Ti. Del enemigo malo defiéndenos. A la hora de la muerte llámanos y mándanos ir a Ti

para que con tus santos te alabemos por los siglos de los siglos. Amén.

Por intercesión de tu Siervo José Gregorio te pedimos la gracia que en esta novena,

te estamos suplicando.

Aquí se pide la gracia que se desea. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria)


DÍA NOVENO

¡OH Espíritu Santo! Que en tu siervo José Gregorio suscitaste una inmensa devoción

a la Santísima Virgen. Queremos honrarte rezando la oración que la misma Madre de Dios

compuso inspirada por Ti:

“Proclama mi alma la grandeza del Señor. Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque

ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes

por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace maravillas con su brazo. Dispersa a los orgullosos de corazón y derriba a los poderosos.

Eleva a los humildes y a los necesitados los llena de bienes, pero a los que se creen ricos los

despide vacíos.

Alabado sea para siempre el Nombre del Señor”.

Por intercesión de tu siervo José Gregorio dígnate concedernos la gracia que tan confiadamente

te estamos suplicando, si ha de servir para tu gloria y para nuestro bien. Amén.

Aquí se pide la gracia que se desea. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria)



sábado, 23 de enero de 2021


Vía Crucis basado en el Diario de Santa Faustina

Estaciones de dolor en la Pasión  y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo



Vía Lucis

Estaciones de la Resurrección  de Nuestro Señor Jesús





 




jueves, 14 de enero de 2021

ROSARIO MARIANO DEL AGRADECIMIENTO

ROSARIO DEL AGRADECIMIENTO


El rosario 
​(del latín rosarium) es un rezo tradicional católico que conmemora veinte misterios (quince en la forma tradicional) de la vida de Jesucristo y de la Virgen María, recitando después de anunciar cada uno de ellos un padre nuestro, diez avemarías y un gloria al Padre. Es frecuentemente designado como Santo Rosario por los católicos. «La Iglesia ha reconocido siempre una eficacia particular al Rosario, confiándole, mediante su recitación comunitaria y su práctica constante, las causas más difíciles»; San Juan Pablo II dijo: «Por medio del rosario los fieles reciben abundantes gracias, desde las mismas manos de la Madre del Redentor» (fuente: wikipedia)

 A continuación, el P. Santiago Martín FM, director de la Congregación Franciscanos de María, desglosa en los siguientes videos cada uno de los cuatro 4 rosarios del agradecimiento, como lo denominan los católicos pertenecientes a la Congregación.

Misterios de Gozo (lunes y sábado)




Misterios de luz (jueves)





Misterios de dolor (martes y viernes)



Misterios de gloria (miércoles y domingo)







                                                                                      







sábado, 9 de enero de 2021

SALUTARIS DE LA DIVINA MISERICORDIA

Jesús, en Ti confío












Por la señal de la Santa Cruz,
De nuestros enemigos,
Líbranos Señor Dios Nuestro,
En el Nombre del Padre,
Del Hijo,
Y del Espíritu Santo.
Amén.

ORACIÓN PARA IMPETRAR MISERICORDIA AL MUNDO


 Oh Dios de gran misericordia, bondad infinita, hoy toda la humanidad clama desde el abismo de su miseria, a Tu Misericordia, a Tu Compasión, ¡Oh Dios!, y grita con la potente voz de la miseria. 

Dios indulgente, no rechaces la oración de los desterrados de esta tierra. ¡Oh Señor!, bondad inconcebible que conoces perfectamente nuestra miseria y sabes que por nuestras propias fuerzas no podemos ascender hasta Tí, te imploramos, anticípanos Tu Gracia y multiplica incesantemente Tu Misericordia en nosotros para que cumplamos fielmente Tu Santa Voluntad a lo largo de nuestras vidas y a la hora de la muerte. 

Que la omnipotencia de Tu Misericordia nos proteja de las flechas de los enemigos de nuestra salvación, para que con confianza, como Tus hijos, esperemos Tu Última Venida, ese día que conoces sólo Tú. 

Y a pesar de toda nuestra miseria, esperamos recibir todo lo que Jesús ha prometido, porque Jesús es nuestra esperanza; a través de su Corazón Misericordioso, como a través de una puerta abierta, entramos en el Cielo. 

Amén.


SALMO 145

1. Te celebro, oh Rey mi Dios, y bendigo tu nombre para siempre. 

2. Deseo bendecirte cada día, alabaré tu Nombre para siempre 

3. Grande es el Señor, muy digno de alabanza, y no puede medirse su grandeza. 

4. De generación en generación se celebran tus obras, se cuentan tus proezas. 

5. El esplendor, la gloria de tu Nombre, tus maravillas, los repetiré. 

6. De tu poder formidable se hablará, y tus grandezas yo las contaré. 

7. Nos harán recordar tu gran bondad y se proclamará tu justicia. 

8. El Señor es ternura y compasión, paciente y lleno de amor. 

9. El Señor es bondad para con todos, sus ternuras están en todas sus obras. 

10. Te den gracias, Señor, todas tus obras, te bendigan tus amigos; 

11. que hablen de la gloria de tu reino y anuncien tus hazañas, 

12. para que vean los hombres tus proezas, el brillo y la gloria de tu reino. 

13. Tu reino es reino por todos los siglos y tu imperio, por todas las edades. Fiel es el Señor en todas sus palabras y bondadoso en todas sus obras. 

14.Sostiene el Señor a todos los que caen, a los que están encorvados endereza. 

15. Los ojos de todos de ti esperan que les des a su tiempo su alimento. 

16. Tú sólo abres tu mano, y satisfaces de lo que quiera a todo ser viviente. 

17. Justo es el Señor en todos sus caminos y bondadoso en todas sus obras. 

18. Cerca está el Señor de los que le invocan, de todos los que lo invocan de verdad. 

19. Les da en el gusto a todos los que lo temen, escucha su clamor y los salva. 

20. El Señor guarda a todos los que lo aman, y a todos los malvados extermina. 

¡Que mi boca proclame la alabanza del Señor y todo ser carnal bendiga su santo nombre, por siempre y para siempre!



OFRECIMIENTO DE LA CORONILLA



Dios Omnipotente, orando con las mismas piadosísimas intenciones de tu Divino Corazón, dedicamos esta Novena:

1. A toda la humanidad, sobre todo a los pecadores; sumérgelos en la inmensidad de mi Misericordia. De esta forma me consolarás de la amarga tristeza en que me sume la pérdida de las almas.

Misericordiosísimo Jesús, cuya inclinación natural es la de tener compasión de nosotros y perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en tu Bondad infinita. Acógenos en la morada de tu Corazón Misericordiosísimo y no permitas que salgamos jamás de Él. Te lo pedimos por el amor que te une al Padre y al Espíritu Santo.

Padre Eterno, vuelve tu mirada misericordiosa hacia toda la Humanidad y en especial hacia los pobres pecadores, encerrándoles en el Misericordiosísimo Corazón de Jesús y, por los méritos de su dolorosa Pasión, muéstranos tu Misericordia, para que alabemos la omnipotencia de tu Misericordia, por los siglos de los siglos. Amén.

2. Tráeme a las almas de los sacerdotes y religiosos y sumérgelas en mi Insondable Misericordia. Fueron ellas las que me dieron fortaleza para soportar las amarguras de mi Pasión. A través de ellas, como a través de canales, mi Misericordia fluye hacia la Humanidad.

Misericordiosísimo Jesús, de quien procede todo bien, multiplica tus gracias sobre las almas consagradas a tu servicio, para que puedan hacer obras dignas de misericordia; y que todos los que las vean, glorifiquen al Padre de Misericordia que está en el Cielo.

Padre Eterno, mira con misericordia al grupo elegido de tu Viña, las almas de los sacerdotes y religiosos, dótalas con la fortaleza de tus Bendiciones y por el amor del Corazón de tu Hijo, al cual están unidas, concédelas el poder de tu Luz, para que puedan guiar a otros por el camino de la Salvación y con una sola voz canten alabanzas a tu Misericordia, por los siglos de los siglos. Amén.

3. Tráeme a todas las almas devotas y fieles y sumérgelas en el gran océano de mi Misericordia. Ellas me confortaron a lo largo del Vía Crucis y fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura".

Misericordiosísimo Jesús, que desde el tesoro de tu Misericordia, distribuyes tus gracias a raudales entre todos y cada uno de nosotros. Acógenos en el seno de tu muy compasivo Corazón y no permitas que salgamos nunca de Él. Te imploramos esta gracia en virtud del más excelso amor; aquel con el que tu Corazón arde por el Padre Celestial.

Padre Eterno, vuelve tus ojos misericordiosos hacia las almas fieles, que guardan el legado de Tu Hijo. Y por los méritos y dolores de su Pasión, concédeles tu bendición y tenlas siempre bajo tu tutela. Que nunca claudique su amor o pierdan el tesoro de nuestra santa Fe, sino que, con todo el ejército de Ángeles y Santos, glorifiquen tu infinita Misericordia, por los siglos de los siglos. Amén.

4. Tráeme a los que no creen en Mí y a los que todavía no me conocen. Pensaba en ellos durante las angustias de mi Pasión, y su futuro fervor sirvió de consuelo a mi Corazón. Sumérgelos en la inmensidad de mi Misericordia.

Misericordiosísimo Jesús, Tú que eres la Luz del género humano, recibe en la morada de tu Corazón lleno de compasión, a las almas de aquellos que todavía no creen en Ti, o que no te conocen. Que los rayos de tu Gracia las ilumine para que también, unidas a nosotros, ensalcen tu maravillosa Misericordia; y no las dejes salir de la morada de tu Corazón desbordante de piedad.

Padre Eterno, vuelve tu piadosa mirada hacia las almas de aquellos que no creen en tu Hijo, y hacia las de aquellos que todavía no te conocen, pero que están presentes en el muy compasivo Corazón de Jesús. Aproxímalas a la luz del Evangelio. Estas almas desconocen la gran felicidad que es amarte. Concédelas que también ellas ensalcen la generosidad de tu Misericordia, por los siglos de los siglos. Amén.

5. Tráeme a las almas de nuestros hermanos separados y sumérgelas en la Inmensidad de mi Misericordia. Ellas, durante las angustias de mi Pasión, desgarraron mi Cuerpo y mi Corazón, es decir, mi Iglesia. A medida que se reincorporan a ella, mis heridas cicatrizan, y de esta forma sirven de bálsamo a mi Pasión.

Misericordiosísimo Jesús, que eres la Bondad misma, no niegues la Luz a aquellos que te buscan. Recibe en el seno de tu Corazón, desbordante de piedad, a las almas de nuestros hermanos separados. Encamínalas, con la ayuda de tu Luz, hacia la unidad de la Iglesia, y no las dejes marchar de la morada de tu muy compasivo Corazón, que es todo amor; haz que también ellas lleguen a glorificar la generosidad de tu Misericordia.

Padre Eterno, vuelve tu mirada misericordiosa hacia las almas de nuestros hermanos separados, especialmente hacia las almas de aquellos que han malgastado tus bendiciones y abusado de tus gracias manteniéndose obstinadamente en el error. También ellas están acogidas en el Corazón misericordioso de Jesús; no mires sus errores sino el Amor de tu Hijo y los dolores que para su provecho sufrió y aceptó por ellas durante su Pasión y haz que también ellas glorifiquen tu gran Misericordia por los siglos de los siglos.

Amén.

6. Tráeme a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños y sumérgelas en mi Misericordia. Estas almas son las más parecidas a mi Corazón. Ellas me proporcionaron fortaleza durante mi amarga Agonía, ya que las veía como ángeles terrenales, velando junto a mis Altares. Derramo sobre ellas un torrente de gracias porque sólo el alma humilde es capaz de recibir mi Gracia. Es a las almas humildes a las que concedo mi Confianza.

Misericordiosísimo Jesús, que dijiste: "Aprended de Mí, que soy manso y humilde de Corazón". Acoge en el seno de tu Corazón desbordante de piedad, a todas las almas mansas y humildes, y a las de los niños pequeños. Estas almas son la delicia de las regiones celestiales y las preferidas del Padre Eterno, que muy particularmente se recrea en ellas. Son como un ramillete de florecillas que despiden su perfume ante el trono de Dios y el mismo Dios se embriaga con su fragancia. Ellas encuentran abrigo perenne en tu Piadosísimo Corazón, oh, Jesús, y entonan incesantemente himnos de amor y de gloria.

Padre Eterno, vuelve tu mirada llena de Misericordia hacia las almas mansas, hacia las almas humildes y hacia las almas de los niños pequeños acurrucadas en el seno del Corazón de Jesús rebosante de piedad. Estas almas son las que se asemejan más a tu Hijo. Su fragancia asciende desde la tierra hasta alcanzar tu Trono, Señor y Padre de Misericordia y Bondad suprema. Te suplico, bendigas a toda la Humanidad, por el amor que te inspiran estas almas y el gozo que te proporcionan, para lograr que todas las almas entonen a la vez, las alabanzas que se merece tu Misericordia, por los siglos de los siglos. Amén.

7. Tráeme a las almas que especialmente veneran y glorifican mi Misericordia y sumérgelas en mi Misericordia". Estas almas compartieron los sufrimientos de mi Pasión y penetraron en mi Espíritu más profundamente que ninguna otra. Son vivo reflejo de mi compasivo Corazón y brillarán con esplendor especial en la vida futura. Ninguna de ellas sufrirá el tormento del fuego del infierno, porque las defenderé con particular empeño a la hora de la muerte.

Misericordiosísimo Jesús, cuyo Corazón es el Amor mismo, acoge en el seno de tu Piadosísimo Corazón a las almas de aquellos que de una manera especial alaban y honran la grandeza de tu Misericordia. Dótalas con el poder de Dios y en medio de las dificultades y aflicciones, haz que sigan adelante, confiadas en tu Misericordia; y unidas a Ti, oh, Jesús, carguen sobre sus hombros el peso de toda la Humanidad; y por ello no serán juzgadas con severidad, sino que tu Misericordia las protegerá especialmente cuando llegue la hora de la muerte.

Padre Eterno, vuelve tu mirada hacia las almas que alaban y honran tu supremo atributo, la Misericordia infinita, y que están protegidas dentro del muy compasivo Corazón de Jesús. Estas almas son un Evangelio viviente, sus manos están rebosantes de obras de misericordia, y sus corazones, desbordantes de alegría, entonan cánticos de alabanza a Ti, Altísimo Señor, exaltando tu Misericordia. Te lo suplico, Señor: Muéstrales tu Misericordia, de acuerdo con la esperanza y confianza que en Ti depositan. Que se cumpla en ellas la promesa hecha por Jesús: "A las almas que veneren mi infinita Misericordia, las protegeré durante toda su vida, como a mi propia Gloria, y muy especialmente en la hora de la muerte".

8. Tráeme a las almas que están detenidas en el Purgatorio y sumérgelas en las profundidades de mi Misericordia. Que mi Sangre, cayendo a chorros, apacigüe las llamas en que se abrasan. Todas estas almas me son muy queridas. Ellas cumplen el castigo que se debe a mi Justicia. En tu poder está socorrerlos. Saca todas las Indulgencias del tesoro de mi Iglesia y ofrécelas por ellas. ¡Ohl, si supieras qué tormentos padecen, ofrecerías continuamente por ellas el óbolo de tus oraciones y así saldarías las deudas que ellas tienen con mi Justicia.

Misericordiosísimo Jesús, que exclamaste: ¡misericordia!, introduzco ahora en el seno de tu Corazón, desbordante de Misericordia, las almas del Purgatorio, almas que tanto aprecias pero que, no obstante, han de pagar su culpa. Que el manantial de Sangre y Agua que brotó de tu Corazón, apague las llamas purificadoras, para que, también allí, el poder de tu Misericordia sea glorificado.

Padre Eterno, mira con ojos misericordiosos a estas almas que padecen en el Purgatorio y que Jesús acoge en su Corazón desbordante de compasión. Te suplico, por la dolorosa Pasión que sufrió tu Hijo, y por toda la amargura que anegó su Sacratísima Alma, que te muestres misericordioso con las almas que se hallan bajo tu mirada justiciera. No las mires de otro modo, sino sólo a través de las Llagas de Jesús, tu Hijo bien amado; porque creemos firmemente que tu Bondad y Compasión son infinitas. Amén.

9. Hoy tráeme a las almas tibias y sumérgelas en el abismo de mi Misericordia. Estas almas, son las que más dolorosamente hieren mi Corazón. Por su tibieza e indiferencia mi Alma sintió una inmensa repugnancia en el Huerto de los Olivos. Ellas fueron las que me hicieron gritar: "Padre, si es posible, aparta de Mí este cáliz". Para ellas, la última esperanza de salvación será el recurrir a mi Misericordia". Piadosísimo Jesús, a Ti que eres la Piedad misma, hoy te traigo al seno de tu compasivo Corazón a las almas enfermas de tibieza.

Que estas almas heladas, que se parecen a cadáveres y que te llenan de repugnancia, se calienten con el fuego de tu puro Amor ¡Oh, Jesús!, todo compasión, ejerce la omnipotencia de tu Misericordia, y atráelas a Ti, que eres llama de Amor puro y comunícalas el fuego de tu divino Amor, porque Tú todo lo puedes.

Padre Eterno, mira con ojos misericordiosos a las almas tibias que, a pesar de todo, Jesús cobija en el seno de su Corazón todo Misericordia. Padre de Misericordia, te ruego, por los sufrimientos que padeció tu Hijo, y por sus tres largas horas de Agonía en la Cruz: que ellas también glorifiquen el mar sin fondo de tu Misericordia. Amén.

A continuación

 1. Padre Nuestro. Padre Nuestro que estás en el Cielo...

Ave María. Dios te salve María, llena eres de...

Credo. Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del...

2. En las cuentas grandes del rosario

"Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, 

el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, 

Nuestro Señor Jesucristo, 
en expiación de nuestros 
pecados y los del mundo entero." 

3. En las cuentas pequeñas del Ave María: 

"Por Su dolorosa Pasión, 
ten misericordia de nosotros 
y del mundo entero." 

4. Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres 
veces: 

"Santo Dios, Santo Fuerte, 
Santo Inmortal, ten piedad de 
nosotros y del mundo entero." 

También se repite tres veces

¨Oh Agua y Sangre que brotaste del Sagrado Corazón de Jesús, como una fuente inagotable de misericordia para con nosotros, Jesús, en Ti confío!¨ 


ORACIÓN

Oh Dios, cuya Misericordia es infinita y cuyos tesoros de compasión no tienen límites, míranos con tu favor y aumenta tu Misericordia en nosotros, para que en nuestras grandes ansiedades no desesperemos, sino con gran confianza, nos conformemos con tu Santísima Voluntad, la cual es idéntica a tu Misericordia. Por Nuestro Señor Jesucristo, Rey de Misericordia, quien con Vos y el Espíritu Santo manifiesta Misericordia por siempre. Amén.


ORACIÓN DE SANTA FAUSTINA


Ayúdame Señor a que mis ojos sean misericordiosos para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.

Ayúdame que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus quejas y gemidos.

Ayúdame Oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa, para que jamás hable negativamente de mi prójimo sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.

Ayúdame Oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llena de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y penosas, 

Ayúdame a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo. 

Ayúdame Oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. 

A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincera incluso con aquellos de los cuales se que abusaran de mi bondad. Y yo me encerraré en el misericordioso Corazón de Jesús. Soportaré mis propios sufrimientos en silencio.

Que tu Misericordia Oh Señor mío, repose dentro de mí.


OFRECIMIENTO A LA VIRGEN MARÍA MADRE DE MISERICORDIA



¡Oh Divina y Celestial señora! ¡Madre  Inmaculada! Por Ti vino al mundo copiosamente la gracia y la salvación al darnos al esperado Redentor prometido por los profetas.

Tu que reinas victoriosa y desde tu trono suples amorosamente  nuestra debilidad delante de la Trinidad, asístenos para que imitemos la Misericordia del Corazón de tu Hijo Santísimo y en todo cumplamos fielmente Su Voluntad Divina.

Concédenos caminar en confianza y abandono por la estrecha senda del Evangelio y alcánzanos un día participar de la Fiesta Eterna de la Misericordia en la Patria Celestial. Amén. 






SALVE.  Dios te Salve Reina y Madre...



Madre de Misericordia              Ora por nosotros                  (3 veces)

Bendito San José                       Ruega por nosotros

Santa Faustina                           Ruega por nosotros

San Miguel Arcángel defiéndenos de las asechanzas y perversiones del enemigo. Reprímele Dios pedimos suplicantes. Y Tu príncipe de las huestes celestiales, por el poder que Dios te ha concedido, encierra en el infierno a Satanás y  a todas las inmundas criaturas que andas dispersas por la Tierra, buscando perder las almas. Amén.





ROSARIO MARIANO LUMINOSO MEDITADO

MISTERIOS LUMINOSOS MEDITADO 1°.El Bautismo de Jesús en el río Jordán Padre Nuestro Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando ...